Dos titanes se enfrentan en una batalla sangrienta que a veces resulta fatal para ambos. Así es como se describe a menudo el ataque de los grandes dinosaurios depredadores como el Tyrannosaurus rex a sus posibles presas, incluyendo dinosaurios herbívoros de mucho mayor tamaño. Sin embargo, los fósiles no respaldan ese tipo de conducta tan épica; por el contrario, indican que los grandes dinosaurios depredadores atacaban preferentemente a presas de tamaño mucho menor que el suyo.
Oliver Rauhut, paleontólogo de la Universidad Ludwig Maximilian en Múnich, y su colega David Hone (actualmente en el Instituto de Paleoantropología y Paleontología de Vertebrados en Pekín, China) han llegado a la conclusión de que los carnívoros gigantes como el Tyrannosaurus tenían como presas más comunes a crías de dinosaurios. A diferencia de sus progenitores adultos, bien dotados para el combate, estos animales jóvenes apenas significaban riesgo alguno para los depredadores.
El Tyrannosaurus rex es sin duda el dinosaurio más famoso. Ni siquiera el descubrimiento reciente de una especie algo más grande y probablemente más temible, el Giganotosaurus, ha logrado destronar al T-Rex de su puesto de rey de los dinosaurios. ¿Pero qué sucedería si el rey de los dinosaurios resulta ser un asesino de niños en lugar de un intrépido cazador de presas más corpulentas que él?
Animales como el Tyrannosaurus son a menudo considerados como las máquinas de matar perfectas, con mordeduras extremadamente poderosas, capaces de derribar hasta a la mayor presa posible. Y por ello, se podría esperar que se hubieran atrevido con cualquier bestia. Sin embargo, las escasas evidencias fósiles de la actividad depredadora del Tyrannosaurus rex y otros grandes dinosaurios carnívoros cuentan una historia mucho menos espectacular.
El análisis del contenido de los estómagos, y el de los coprolitos muestran que los individuos muy jóvenes de especies grandes, o los adultos de especies de tamaño pequeño, eran un componente abundante de la dieta de esos grandes carnívoros.
Rauhut y Hone proponen la hipótesis de que los grandes dinosaurios depredadores atacaban sólo excepcionalmente a otros dinosaurios grandes, en tanto que de manera habitual se alimentaban de los más pequeños. Hone argumenta que incluso los depredadores modernos, a la hora de cazar animales de especies cuyo tamaño no sea muy inferior al suyo, prefieren atacar a individuos viejos y enfermos, o a los muy jóvenes que carecen de experiencia. Éstas son presas fáciles de cazar, y el riesgo de heridas es mucho menor para el atacante. Según los investigadores, esta estrategia era probablemente la misma que seguían los dinosaurios.
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