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EXTINCIÒN: UN FENÓMENO PAULATINO
Fueron los dueños indiscutidos de la Tierra durante 150 millones de años y, sin embargo, desaparecieron en tan sólo unos pocos miles de años.
Durante décadas los científicos buscaron una explicación para la repentina extinción de los dinosaurios hasta que, en 1991, Walter Alvarez, un investigador de la Universidad de Berkeley, señaló un posible culpable: un gigantesco meteorito que hace 65 millones de años impactó contra lo que es hoy la península de Yucatán, en México.
Ahora, un reciente estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, fija con mayor exactitud el momento del impacto. Según Gerta Keller y sus colegas de la Universidad de Princeton, el meteorito se habría precipitado sobre la Tierra 300.000 años antes de la desaparición de los grandes y temibles saurios.
Este nuevo dato confirma una vieja sospecha de buena parte de la comunidad científica -aquélla menos propensa a creer en catástrofes de tipo hollywoodense-, de que debe de haber ocurrido algo más que la caída de un meteorito para borrar de la faz de la Tierra a los dinosaurios.
"La idea de su desaparición instantánea y global a partir de la caída de un meteorito es un poco reduccionista -comentó a LA NACION Rodolfo Coria, presidente de la Asociación Paleontológica Argentina-. Hoy la mayoría de los paleontólogos pensamos que se debió a la confluencia de varios factores."
En primer lugar, señala Fernando Novas, paleontólogo e investigador del Conicet, "la extinción de los dinosaurios fue acompañada por la desaparición de una enorme variedad de organismos animales y vegetales, que no sólo se sintió en tierra firme, sino también en el mar".
El cambio que se produjo en la fauna y flora terrestre hace 65 millones de años -entre el cretáceo y el terciario- fue abrupto: "los registros fósiles muestran que en unos pocos miles de años desaparecieron muchos animales que hasta entonces eran muy frecuentes, entre ellos los dinosaurios", agregó Coria.
Intrigados, los científicos han elaborado varias hipótesis al respecto. "A fines del cretáceo, los continentes se redistribuyen-lo que es hoy América del Norte se unió con América del Sur, la India con Asia y Europa con Africa a través de Gibraltar-, generando puentes intercontinentales que ponían en contacto floras y faunas diferentes que entraban en competición."
Con el advenimiento de los forasteros, las especies autóctonas no sólo se enfrentaban a nuevos depredadores, también llegaban nuevas enfermedades que sorprendían a sus desprevenidos sistemas inmunológicos. "Los dinosaurios y otras especies dominantes lo eran en un frágil equilibrio ecológico que comenzó a ser alterado", relató Coria.
Para peor, los últimos tiempos del cretácico eran testigos de un cambio radical en la evolución de la vida en la Tierra: la aparición de las plantas con flores o angiospermas. "Seguramente, muchos animales no se acostumbraron tan fácilmente a alimentarse de estos nuevos vegetales."
En este contexto de cambios, la caída de un meteorito habría en todo caso aportado un peso más a la ya cuestionada lucha por la supervivencia de los dinosaurios y otras criaturas que desaparecieron junto con ellos.
El nuevo estudio, desde esta perspectiva, señala sí la necesidad de comprender los efectos ambientales del impacto del meteorito en los 300.000 años que transcurrieron hasta la extinción de los dinosaurios.
"Este trabajo sirve para pensar que las cosas trascendentes del planeta ocurren lenta y, a veces, inexorablemente", concluyó Coria.
Por Sebastián A. Ríos De la Redacción de LA NACION| 07.03.2004 | Página 20 | Ciencia/Salud
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