Un grupo de investigadores norteamericanos, británicos y holandeses acaba de publicar en Science un estudio que demuestra, de forma definitiva, que la desaparición de los dinosaurios coincidió casi exactamente en el tiempo con el impacto de un gran meteorito contra la Tierra. Los nuevos datos ponen fin a una discusión científica que dura ya más de tres décadas.
El enigma de la desaparición de los dinosaurios se parece, a menudo, a una novela policiaca. ¿Quién fue el culpable? ¿Quizá un cometa o un asteroide? ¿O fueron más bien una serie de monstruosas erupciones volcánicas o, incluso, un repentino cambio climático? A pesar de que muchas pruebas incriminan al "visitante espacial", otros estudios no menos sesudos dudan de que las fechas del impacto coincidan con las de la extinción. Y la discusión, después de más de tres décadas, sigue sin que ninguna teoría se imponga definitiva y claramente sobre las demás.
Ahora, y en un intento de zanjar la cuestión de una vez por todas, un equipo de investigadores del Centro Geocronológico de Berkeley (BGC), en la Universidad de California, junto a otros científicos de Holanda y Reino Unido, ha conseguido determinar con una exactitud sin precedentes tanto la fecha del impacto como la de la desaparición de los dinosaurios. Y el resultado es que ambas cosas sucedieron hace exactamente 66 millones de años. Y, además, prácticamente al mismo tiempo.
Las fechas de ambos acontecimientos, en efecto, están tan próximas que los investigadores no dudan de que un gran cometa o asteroide fuera, totalmente o por lo menos en gran parte, responsable de la gran extinción que marcó el límite entre el Cretácico y el Terciario.
El impacto fue, claramente, la gota final que empujó a la Tierra más allá del punto de inflexión", afirma Paul Renne, director del BGC. "Hemos demostrado que los dos hechos (la colisión y la extinción), estuvieron completamente sincronizados y que, por consiguiente, el impacto jugó claramente un papel muy destacado en la extinción, aunque probablemente no fue su única causa".
Las nuevas fechas aclaran, por fin, la confusión sobre si el impacto realmente ocurrió antes o después de la extinción, que se caracterizó por la súbita desaparición en el registro fósil de todo resto de dinosaurio terrestre y también de un gran número de criaturas marinas. La nueva fecha del impacto, 66.038.000 años, está dentro de los mismos márgenes de error que la fecha de la extinción, lo que hace ambos acontecimientos puedan considerarse como simultáneos.
La extinción de los dinosaurios se achacó por primera vez al impacto de un cometa o asteroide en 1980, cuando Luis Alvarez, de la Universidad de Berkeley, y su hijo Walter, demostraron que en los estratos geológicos que marcan el límite K-T (la "frontera" entre los periodos Cretácico y Terciario) había una fina capa de iridio, un material negruzco y que aquí, en la Tierra, sólo se encuentra en determinadas clases de meteoritos. Padre e hijo llevaron a cabo prospecciones en varias regiones del mundo, y en todas ellas encontraron la misma capa. Concluyeron entonces que, hace unos 65 millones de años, justo al final del Cretácico, un enorme asteroide (lo suficientemente grande como para que sus restos se depositaran por todo el planeta) debió de chocar contra la Tierra.
Más tarde, durante unas prospecciones petrolíferas en el Golfo de México, se descubrió un cráter submarino de casi 180 km. de diámetro, justo frente a las costas de Yucatán. Unas dimensiones compatibles con el impacto de un meteorito de unos diez km. de diámetro. La antiguedad del cráter, además, se determinó en 65 millones de años.
Era la pieza que faltaba para completar el rompecabezas de Luis y Walter Alvarez. Ese meteorito era, en efecto, el candidato perfecto para ser el responsable de la misteriosa capa de iridio que envolvió al mundo en aquella lejana época. Cuando cayó, el enorme meteorito debió levantar una cantidad masiva de escombros y residuos que fueron lanzados a la atmósfera y que rodearon por completo la Tierra, depositándose después poco a poco por todas partes en forma de tectitas (pequeñas esferas cristalinas formadas en los impactos) y de una fina capa de polvo negruzco y muy rico en iridio.
A partir de ahí comenzaron las discusiones. Otros investigadores tenían ya a sus propios "culpables" de la extinción. Pero sobre todo comenzó una auténtica carrera para comprobar si, efectivamente, el impacto y la desaparición de los dinosaurios coincidían en el tiempo. Esa era la clave para saber lo que realmente ocurrió.
En 1993, otro grupo de investigadores de Berkeley determinó que la fecha de la extinción de los dinosaurios coincidía, más o menos, con la del impacto del meteorito. Pero Renne, al recalibrar ahora esos mismos datos, descubrió que, en realidad, indicaban una fecha muy anterior, en concreto 180.000 años antes de la caída del meteorito.
"Todos han mirado siempre a la edad del límite KT y la han comparado con las edades obtenidas de las tectitas y las rocas fundidas del cráter, pensando que eran más o menos de la misma edad. Pero no lo son, y difieren en 180.000 años. Así que me di cuenta de que ahí había unn gran problema".
Un cambio en el clima
Así que Renne decidió volver a empezar. Utilizando la técnica de datación argón-argón dató una serie de tectitas de Haití, determinando su edad con una gran exactitud. Una edad que coincidía con la de cenizas volcánicas de la formación de Hell Creek, en Montana, un lugar muy rico en fósiles de dinosaurio y uno de los mejores del mundo para estudiar las especies fósiles que había antes y después de la extinción. La fecha determinada por Renne para la extinción de los dinosauriosapenas si difería de la del impacto en 11.000 años, nada si se compara con el "más menos un millón" de las dataciones anteriores.
Sin embargo y a pesar de la coincidencia casi perfecta entre ambas fechas, Renne se muestra precavido y asegura que eso no quiere decir que el impacto sea la única causa de la desaparición de los dinosaurios.Un cambio dramático en el clima durante el millón de años anterior también consiguió llevar, con toda probabilidad, a un buen número de especies hasta el borde mismo de la extinción. Y el impacto del meteorito fue el que las empujó hacia el precipicio.
Renne y sus colegas también estudiaron las fechas de las rocas por encima del límite KT, y concluyeron que el ciclo de carbono en la atmósfera terrestre volvió a la normalidad unos 5.000 años después del impacto, mucho más rápido que en los océanos, que tardaron entre 1 y 2 millones de años volver a la normalidad. Renne atribuye este hecho a una lenta recuperación de los patrones de circulación oceánica.